Entre dos Mares

Allá, al otro lado del teléfono, mientras habla mi madre, oigo la melodía del carrito de los helados y la bocina del vendedor de “raspao” esa especie de granizado caribe que venden en las calles de Barranquilla para matar el calor. Por un momento estoy allá, pero en realidad me encuentro suspendida, como un cable de teléfono, como una cuerda que no quiero tensar por miedo a que se rompa, queriendo anclar en mi próxima realidad.

A lo largo de nuestras vidas, emprendemos diversos caminos; cortos y facilistas, de doble faz , de ida y regreso, irreversibles y existenciales. Todos son viajes, travesías que comienzan en un ángulo de nuestra existencia y recorren cada esquina o vericueto de nuestra psiquis, construyendo una especie de colcha de “cuadritos” que compone nuestro universo interior.

Mi travesía comienza la noche en que decidí aceptar la invitación para venir al “Viejo Mundo” para estudiar en la Universidad de Bologna, becada por el gobierno de la Emilia-Romagna, Región italiana en la que actualmente vivo. Esa misma noche me encontré a Ana Cecilia Cervantes, antigua compañera de Universidad. Ambas habíamos construido un imaginario de “sueños”, en el que nuestros horizontes se visualizaban más allá del Mar Caribe, horizontes que luego coincidirían en un mismo continente, en la cuenca del Mediterráneo. De hecho, cinco años más tarde, mi amiga y gran compañera de viaje existencial emigró a Barcelona.

Sólo las redes sociales lograron acercarnos quince años después. Ya no somos las mismas, hemos recorrido un viaje interior y hemos salido llenas de medallas y cicatrices. Nuestro reencuentro está matizado por la experiencia de haber atravesado océanos y corrientes, de haber librado luchas solitarias que nos han fortalecido, pero sólo ahora somos capaces de contar nuestra historia y de reproducir los relatos de otras mujeres como nosotras.

 

Ambas hemos aceptado empleos incompatibles con nuestros sueños, ambas hemos sido madres tardías, ambas hacemos parte de sociedades en las que la mujer está reestructurando aún su rol profesional, pero sobretodo, hemos inmigrado logrando ocupar un lugar en un país que lejos de ser nuestra tierra nos abraza y nos reta a no abandonarlo.

Así dimos a luz el proyecto Mujeres en Travesía, un espacio creado para contar los viajes y las experiencias de quienes hemos tenido el coraje de volver a empezar, saltando con decisión y tomando el timón de nuestra propia vida.

Todo viaje comienza por un sueño, realizarlo depende de no olvidarlo en un cajón, ni sepultarlo. Construimos sueños atravesandólos en doble sentido; orígenes y destinación actual, pero sólo construimos algo tangible si retomamos ese sueño cómo había sido inicialmente concebido. ¿Qué hacías cuándo decidiste venir o atravesar tu vida con un viaje o experiencia migratoria? Cuéntanos, nadaremos juntas en ríos y océanos de historias, recorriendo y pilotando con las Mujeres en  Travesía.

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Te atas el cinturón. El avión está aterrizando. Volar es lo contrario del viaje: atraviesas una discontinuidad del espacio, desapareces en el vacío, aceptas no estar en ningún lugar durante un tiempo que es también una especie de vacío en el tiempo; luego reapareces, en un lugar y en un momento sin relación con el dónde y el cuándo en que habías desaparecido.

Frases de "Si una noche de invierno un viajero" (1979).ITALO CALVINO

 

Allá, al otro lado del teléfono, mientras habla mi madre, oigo la melodía del carrito de los helados y la bocina del vendedor de “raspao” esa especie de granizado caribe que venden en las calles de Barranquilla para matar el calor. Por un momento estoy allá, pero en realidad me encuentro suspendida, como un cable de teléfono, como una cuerda que no quiero tensar por miedo a que se rompa, queriendo anclar en mi próxima realidad.

LINA SCARPATI, comunicadora y periodista colombiana residente en Italia

 

A lo largo de nuestras vidas, emprendemos diversos caminos; cortos y facilistas, de doble faz , de ida y regreso, irreversibles y existenciales. Todos son viajes, TRAVESIAS que comienzan en un ángulo de nuestra existencia y recorren cada esquina o vericueto de nuestra psiquis, construyendo una especie de colcha de “ cuadritos” que componene nuestro universo interior. 

Mi travesia comienza la noche en que decidi aceptar la invitación para venir al “Viejo Mundo” para estudiar en la Universidad de Bologna, becada por el gobierno de la Emilia-Romagna, Región italiana en la que actualmente vivo. Esa misma noche me encontré a Ana Cecilia Cervantes, antigua compañera de Universidad. Ambas habiamos construido un imaginario de “sueños”, en el que nuestros horizontes se visualizaban más allá del Mar Caribe, horizontes que luego coincidirian en un mismo continente, en la cuenca del Mediterráneo. De hecho, cinco años más tarde, mi amiga y gran compañera de viaje existencial emigró a Barcelona.  

Sólo las redes sociales lograron acercarnos quince años después. Ya no somos las mismas, hemos recorrido un viaje interior y hemos salido llenas de medallas y cicatrices. El reencuentro entre ambas está matizado por la experiencia de haber atravesado oceános y corrientes, de haber librado luchas solitarias que nos han fortalecido, pero sólo ahora somos capaces de contar nuestra historia y de reproducir los relatos de otras mujeres que como nosotras, llegarán hasta las orillas de sus ordenadores. Así dimos a luz el proyecto   Mujeres en Tr@vesia, blog creado para contar las experiencias de quienes hemos tenido el coraje de volver a empezar, saltando con decisión y tomando el timón de nuestra propia Travesia.

 

Todo viaje comienza por un sueño, realizarlo depende de no olvidarlo en un cajón, ni sepultarlo. Construimos sueños atravesándolos en doble sentido; orígenes y destinación actual, pero sólo construimos algo tangible si retomamos ese sueño cómo habia sido inicialmente concebido. ¿Qué hacias cuándo decidiste venir o atr@vesar tu vida con un viaje o experiencia migratoria? Cuéntanos, nadaremos juntas en ríos y oceános de historias, recorriendo y pilotando con las Mujeres en  Tr@vesia.

Lina Scarpati 


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